Dossier temático
Revelar el paisaje. Pueblos abandonados y perspectivas turísticas
Disclosing the landscape. Abandoned villages and tourism perspectives
A&P continuidad
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
ISSN: 2362-6089
ISSN-e: 2362-6097
Periodicidad: Semestral
vol. 11, núm. 20, 2024
Recepción: 26 Febrero 2024
Aprobación: 18 Mayo 2024
CÓMO CITAR: Coccia, L. y Cipolletti, S. (2024). Revelar el paisaje. Pueblos abandonados y perspectivas turísticas. A&P Continuidad, 11(20), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v11i20.455
Resumen: Dentro de la debatida temática de las áreas interiores de Italia, los pueblos son asumidos como hitos en la construcción histórica del territorio; a ellos se les reconoce un valor patrimonial en cuanto son expresión de una relación entre asentamientos humanos y especificidades contextuales. En estos lugares la despoblación y el abandono son fenómenos recurrentes, acentuados por recientes eventos sísmicos que han dañado gravemente el patrimonio edilicio. La lectura y la interpretación de tales fenómenos requieren un cambio de mirada que lleve a atribuir a los pueblos nuevos valores con el fin de transformarlos en espacios de oportunidad y de potencial proyecto para el futuro, prefigurando economías alternativas como la turística. Una visión arquitectónica, basada en análisis y proyecto de obras edilicias y de las relaciones urbanas, puede estar integrada por una visión paisajística que revalorice los pueblos en la dimensión extensa del territorio antiguo y contemporáneo. El pueblo de Arquata del Tronto, considerado uno de los más bellos entre aquellos ubicados a lo largo de la cadena apenínica en el centro de Italia, ha sido arrasado por el terremoto del 2016-17. Aquello que permanece es su sedimento, la huella de una obra arquitectónica perfectamente adaptada a la geografía, terraplén desde el cual observar el paisaje. Al espolón de arenisca, figura geográfica, se asocia la idea de plataforma, figura arquitectónica, posible tema de una experimentación proyectual paisajística.
Palabras clave: patrimonio, turismo cultural, transformaciones del paisaje, arquitectura del suelo, posterremoto.
Abstract: As part of the debate on the inner areas of Italy, villages are assumed as cornerstones in the historical construction of the territory; they are recognized as a patrimonial value since they express a relationship between human settlements and contextual specificities. Depopulation and abandonment in these places are recurrent phenomena which have been deepened by recent seismic events damaging the building heritage. Reading and interpreting these phenomena require a shift of perspective that leads to attributing new values to villages in order to transform them into spaces of opportunity and potential future project which prefigure alternative economies such as tourism. An architectural vision -based on the analysis and design of buildings and urban relations- can be complemented by a landscape vision revaluing villages throughout the ancient and contemporary territory. The village of Arquata del Tronto, which is considered one of the most beautiful among those located along the Apennine ridge in central Italy, was razed to the ground by the 2016-17 earthquake. What remains is its sediment, the imprint of an architectural work perfectly adapted to geography, an embankment from which the landscape may be observed. The spur of sandstone as geographical figure is associated with the idea of a platform as architectural figure; this is a possible theme for landscape design experimentation.
Keywords: heritage, cultural tourism, landscape transformations, soil architecture, post earthquake.
A partir de una reflexión acerca de la relación entre patrimonio y contexto, el artículo asume el heritage tourism como vehículo para la valorización de los bienes culturales y ambientales de los pueblos históricos distribuidos a lo largo de la cadena apenínica italiana. El anclaje al suelo distingue la forma de estos pequeños asentamientos que asumen relevancia no tanto por la presencia de edificios monumentales sino por el diseño de sus instalaciones que se adaptan a la naturaleza del sitio que las acoge. El artículo focaliza la atención en el pueblo de Arquata del Tronto inserto en un espléndido marco ambiental como así también en un territorio legendario impregnado desde el medioevo de creencias, tradiciones e historias fantásticas. A continuación de un reciente sismo, el pueblo ha sido abandonado y la naturaleza se ha reapropiado progresivamente del lugar.
Subdividido en tres párrafos, el artículo enmarca la temática del patrimonio difundido en los pueblos italianos y del potencial turístico asociado al mismo, describe el proceso de construcción y destrucción del pueblo tomado en estudio, analiza los resultados de las investigaciones realizadas y direcciona la experimentación proyectual. En conclusión, el vacío generado por el sismo es asumido como un nuevo estado originario para un proyecto de puesta en valor del patrimonio local, o mejor, de aquello que permanece en pie luego del terremoto.
Patrimonio y turismo en las áreas interiores del centro de Italia
El debate acerca del patrimonio y las organizaciones concernientes al heritage tourism atribuye a la relación entre ambiente y acción humana el significado más profundo de identidad de los sitios. El proceso de construcción de los espacios antrópicos en un determinado contexto tiene un valor cultural único ya que se manifiesta en un paisaje que es expresión de una sociedad que lo vive (Convención Europea del Paisaje, 2000). El dato natural es recepcionado y traducido en artificial por la acción humana que actúa a lo largo del tiempo a través de la transformación del espacio. En este continuo proceso de mutación de los espacios antrópicos algunos bienes materiales e inmateriales son dejados en herencia, adquieren un valor, tornándose recurso atractivo para las prácticas turísticas. En la Carta Internacional del Turismo Cultural del 1999, el Consejo Internacional de los Monumentos y de los Sitios ICOMOS define de hecho al patrimonio como una entidad que es fruto tanto del ambiente natural como de las acciones del hombre: este “comprende paisajes, lugares históricos, sitios y ambientes construidos, como así también biodiversidad, colecciones, prácticas culturales pasadas y en curso, conocimientos y experiencias de vida”. En la revisión de la Carta del 2022 se precisa el concepto de heritage tourism como “el conjunto de las actividades turísticas en los lugares y en los destinos del patrimonio, comprendidas las diversidades y las interdependencias de sus dimensiones materiales, inmateriales, culturales, naturales, pasadas y contemporáneas”. De las definiciones emerge la noción de territorio-palimpsesto (Corboz, 1983), en la cual las huellas antrópicas se sedimentan progresivamente y se manifiestan en la imagen conjunta del paisaje dentro de la cual es posible reconocer los signos culturales persistentes (Turri, 1974/2008, pp. 137-141).
En la península italiana, el alcance constructivo de los asentamientos humanos en relación a la especificidad de los contextos se revela en modo evidente en los pueblos históricos. Daniel Libeskind, en una reciente entrevista otorgada al diario La Repubblica, sostiene que los pequeños centros italianos “contienen el ADN de la humanidad, su evolución habla a la dignidad de las personas, porque todo –desde las calles a las escaleras, a las plazas– ha nacido para facilitar las relaciones. Estudiarlos permite entender el sentido de una cultura” (Traldi, 2016).
En el 2002 se funda la asociación Los pueblos más bellos de Italia (Dolci atmosfere d'Italia: l'associazione “I Borghi più belli d'Italia”) con la finalidad de valorizar y promover el patrimonio de los centros menores italianos de los cuales hoy forman parte más de 360 pueblos, identificados y certificados mediante un procedimiento de selección de calidad. Gracias a esta iniciativa, algunas realidades se han transformado en metas turísticas de excelencia, experiencias de viaje alternativas, atentas a las culturas y a las peculiaridades locales. Otras realidades, a pesar de la calidad reconocida y la extraordinaria belleza de los contextos ambientales que los albergan, se encuentran en un estado de abandono determinado por el fenómeno de la despoblación, originado a partir de la segunda mitad del Novecento, determinado por la expansión de los grandes núcleos urbanos como así también por el desarrollo del área padana y de las áreas costeras, adriáticas y terrenas. Las profundas mutaciones sociales y económicas de la modernización han llevado a conferir a estos lugares una condición de marginalidad, recortándolos por fuera de la red urbana y de los sistemas interconectados (Borghi, 2017, pp. 46-47).
En los últimos años los pueblos han sido objeto de numerosas reflexiones y ocasiones de proyecto, articuladas incluso dentro de la macrocuestión de las áreas internas [1] que ha llevado a sostener la necesidad de un cambio en la mirada, mediante el cual reinterpretar las relaciones y las jerarquías geográficas, atribuyendo a los territorios nuevos valores de uso y prefigurando economías alternativas como aquella turística (Borghi, 2017; De Rossi, 2018). En esta visión las especificidades de los sitios y la recuperación de los recursos contribuyen a renovar el concepto de patrimonio y de paisaje, entendidos no como “mero yacimiento a preservar y valorizar” sino como oportunidades para proyectos de reactivación y regeneración, útiles para rehabitar los territorios (De Rossi, 2018, p. 6).
Políticas nacionales e iniciativas culturales indagan el potencial turístico para esta tipología de patrimonio, así como estudios específicos pertenecientes a la disciplina arquitectónica detienen la atención en la exploración proyectual para las áreas marginales. Archipiélago Italia es el título de la exposición presentada por Mario Cucinella para el Pabellón Italia en la 16° Muestra Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia del 2018. Dentro de este importante evento cultural, el proyecto se direcciona hacia los espacios marginales y rurales de las áreas interiores en el intento de poner en valor aquellas peculiaridades que han caracterizado la relación entre construcción y contexto (Cucinella, 2018). El Ministerio para los bienes y las actividades culturales y el turismo (MIBACT) [2] sanciona al 2017 como el Año de los Pueblos, considerados “el alma más auténtica de Italia”, base para el crecimiento de un turismo sostenible y capaz de contribuir a una calidad en el habitar. Más recientemente el Plan Nacional Pueblos, previsto por el amplio programa transversal del Plan Nacional Recuperación y Resiliencia (PNRR) [3], ha activado 21 proyectos piloto en pueblos distribuidos a lo largo de la península, muchos de los cuales ubicados en territorios marginales.
En Italia Central la condición de marginalidad es más compleja, en cuanto que el fenómeno del abandono ha sido ulteriormente agravado por los recientes eventos sísmicos, el último de los cuales, ocurrido entre el 2016-17, ha golpeado duramente al territorio de los Apeninos, comprometiendo por enésima vez el patrimonio construido y el destino de las poblaciones locales. El territorio montañoso comprendido entre los Monti Della Laga y los Sibillini es de elevada calidad ambiental y, a diferencia del área costera adriática no ha sido embestido por la gran transformación de los años 60 y 70 (Turri, 1979, p. III), esto es, no ha sufrido el proceso de modernización y desarrollo. El paisaje ha custodiado los caracteres originales de la antigua antropización, que interpreta la morfología de los relieves y se expresa en pequeños asentamientos ubicados en posiciones estratégicas.
La desoladora condición postcatástrofe y las actividades de rehabilitación sucesivas a la fase de emergencia han destacado, ulteriormente, la importancia de la activación de prácticas turísticas que permitan, mediante políticas culturales, ambientales, sociales y económicas, el regreso a la vida de los lugares golpeados por el desastre sísmico (Cipolletti, 2020). La Estrategia Nacional Áreas Internas (SNAI), los estudios regionales, las disposiciones locales como el Grupo de Acción Local (GAL), los intendentes, pero también las mismas comunidades organizadas en asociaciones, ven en el turismo una posible salida para valorizar las identidades locales y promover el desarrollo económico (Cipolletti y Gabbianelli, 2021).
El crecimiento turístico en las áreas de Italia Central golpeadas por el terremoto pone el tema de la valorización del patrimonio [4], o de aquello que permanece incluso a continuación de las ordenanzas de demolición y puesta en seguridad, en el interior de una cuestión más compleja, aquella de la reconstrucción posterremoto. En un escenario de pérdida dramática, determinada por las fracturas del suelo y por el colapso de numerosas construcciones, la extraordinaria belleza del paisaje ofrece alivio: la visión paisajística, instrumento de lectura e interpretación de los lugares, podría direccionar el proyecto y prefigurar nuevos escenarios capaces de subrayar los valores patrimoniales, naturales y artificiales, en el interior de una reflexión más general en referencia a la continua mutación a la cual son sometidos los lugares. Como sostiene Eugenio Turri, “el paisaje es siempre el resultado imborrable de cada transformación, la última perspectiva, encarnado en el territorio, de todo cambio ocurrido anteriormente” (Turri,1979, p. III) y por esto es capaz de anudar los hilos de la memoria de los lugares y al mismo tiempo guiar la visión futura.
Arquata del Tronto: entre construcción y destrucción
El territorio de Arquata del Tronto [5] ocupa un área más bien extensa a lo largo de la cadena montañosa de los Apeninos central, subdividida en dos laderas por el curso del río Tronto, aquella al sur está señalada por los Monti Della Laga y al norte por los montes Sibillini (Battistrada, 1923). Catorce pequeños núcleos urbanos, inscriptos en un número similar de fracciones, están radicados de acuerdo a la orografía. No obstante las lentas transformaciones y las progresivas estratificaciones ocurridas a lo largo del tiempo, los asentamientos han conservado la identidad original como asimismo sus historias y tradiciones. Recorriendo la calle Salaria, antigua calle consular romana que conectaba Roma con Porto D’Ascoli sobre el mar Adriático, se descubren algunos de estos núcleos urbanos, entre los cuales el pueblo cabecera de Arquata del Tronto, situado sobre la ladera mágica de los Montes Sibillini: en su Viaje a Italia, Guido Piovene describe a estos montes como los más legendarios de Italia (Piovene, 1957).
El sitio sobre el cual surge el antiguo caserío es un malecón de arenisca que emerge entre las paredes escarpadas de la montaña recubiertas por bosques de castaños, hayas y coníferas (Fig.1).
El nombre Arquata deriva del término latín arx (arx, arcis) que quiere decir roca, asentamiento fortificado o altura fortificada. El desarrollo urbano se origina desde un punto inicial sobre elevado, representado por la roca, de origen medieval, erigido para controlar el territorio y como elemento representativo y de identidad de la comunidad. La roca es un elemento aislado respecto del pueblo, que sin embargo ocupa la cima de un espolón rocoso a una cota más baja, y remarca el perímetro, manifestándose como un extraordinario ejemplo de prolongación de la geografía en la arquitectura. Los edificios se envuelven como en un anillo (claustro), rodeando el espacio abierto de una plaza fusiforme, de los cuales una cola de la edificación se despega y se prolonga hacia el oeste adecuándose a una pendiente en la roca (Fig. 2).
El pueblo está caracterizado por una sola vuelta de volumetría edilicia, como descripto por Luigi Piccinato en Urbanistica medievale, un esquema de base, el más simple, de la tipología de claustro, ideada por el hombre para proteger un edificio colectivo-religioso dispuesto hacia el interior o hacia un espacio abierto (Piccinato, 1978/1993). En el período medieval “se compone el conjunto orgánico y unitario de la ciudad adecuada al terreno y adaptada a la función” (Piccinato, 1978/1993, p. 53); así sucede en Arquata del Tronto cuya implantación, condicionada por la naturaleza del sitio, asume una fuerte aceptación.
Sirviéndose de la cartografía histórica y de las fuentes catastrales, un grupo de investigación de la Universidad de Camerino, coordinado por Luigi Coccia y Sara Cipoletti, ha estudiado el pueblo de Arquata del Tronto y profundizado el conocimiento topográfico del sector. Cortes tipológicos, elaborados en base a las diferentes cotas altimétricas, han llevado a la luz la estructura formal de este pequeño asentamiento urbano. Mediante el instrumento del diseño se ha explorado la relación entre tipología y orografía, se ha analizado el sistema de agregación de tipos edilicios, prevalentemente de tipo hilera, se ha incluido la organización distributiva de los ambientes desplazados en varios niveles. Desde el punto de vista metodológico, la investigación se ha basado en una tradición de estudios conducidos en Italia a partir de los años 60 centrada en la relación entre tipología edilicia y morfología urbana [6], sostenida también por las recientes técnicas de relevamiento de las construcciones y por las imágenes satelitales. Las peculiaridades del pueblo expresadas a través del anclaje al suelo han sido manifestadas a través de los cortes realizados a lo largo de los ejes de la plaza y a lo largo de la calle que desde la plaza sube hasta la roca. Los gráficos en sección montados sobre imágenes fotográficas han permitido subrayar el alcance paisajístico del pueblo en relación al extraordinario contexto ambiental que lo alberga. El material gráfico producido, expresado mediante planimetrías, plantas y secciones, ha resultado útil para reconstruir el estado del lugar en forma previa a un trágico evento sísmico que ha derribado literalmente el pueblo de Arquata del Tronto (Fig. 3).
El 24 de agosto de 2016 un fuerte movimiento de magnitud 6.00 golpea un área muy extensa de Italia Central y le siguen muchos otros movimientos hasta el 18 de enero de 2017, algunos de los cuales aún más intensos y devastadores. De las catorce fracciones que componen el Municipio de Arquata del Tronto, el terremoto torna totalmente inhabitables a nueve de ellas. El pueblo de Arquata del Tronto es completamente destruido: los edificios gravemente dañados alcanzan el 93 % del entero patrimonio edilicio [7]; entre los pocos edificios sobrevivientes se reconoce la Oficina de Turismo ubicada a lo largo de la calle de acceso al pueblo, punto de referencia y de recepción de visitantes (Fig. 4).
La historia de Arquata del Tronto está signada por recurrentes eventos sísmicos y, como recuerda Francesco Venezia, “aquello que nosotros lloramos hoy como pérdida ha sido, no lo olvidemos, a su vez sustitución de otro patrimonio destruido” (Venezia, 2017, p. 45). Al 1703 se remonta otro violento terremoto de 6.9 grados de magnitud, “uno de los más graves desastres sísmicos de la historia italiana, ya sea por extensión geográfica como por entidad de las destrucciones” (Lalli, 2019, p. 23). La magnitud del desastre se conoce a través del reporte transmitido a Roma, inmediatamente después del sismo, por monseñor Pietro De Carolis, Comisario Apostólico. En Arquata se registra un número contenido de víctimas, quince sobre una población de aproximadamente 1800 personas, pero los daños al patrimonio edilicio son consistentes, sólo en la fracción cabecera cuarenta viviendas son destruidas y las remanentes resultan inhabitables, además de numerosos edificios públicos gravemente dañados entre los cuales palacios e iglesias de elevado valor arquitectónico (Lalli, 2019).
Con una distancia de tres siglos, los datos relativos al sismo del 2016 devuelven un cuadro similar a aquel descripto por De Carolis en el 1703. A partir del 2017, a continuación de las operaciones de primeros auxilios, los pueblos en las zonas rojas han sido perimetrados y determinados inaccesibles, la población ha sido obligada a alejarse y parte de ella ha sido acogida en las SAE, Soluciones Habitacionales de Emergencia prefabricadas, mientras la parte restante de la población se ha transferido a la zona costera. El evento sísmico ha ampliado fenómenos ya presentes en las áreas internas, como aquel de la despoblación de la montaña, del envejecimiento de la población, de la carencia de beneficios territoriales y de la crisis de algunos sectores productivos. En Arquata cabecera antes del sismo sólo el 15% de los edificios era clasificado como vivienda esencial, como demostración de la dramática crisis ya en acto[8].
Después del terremoto, el pequeño centro urbano ha sido abandonado, chatarras y ruinas dan testimonio de “la debilidad de la acción humana sobre la naturaleza que se reapropia” (Lanzani y Curci, 2018, p. 79-107). Así la naturaleza, insinuándose entre los cimientos de los edificios destruidos, se ha reapoderado progresivamente del sitio, perdonando sólo la superficie impermeabilizada y revestida de la plaza principal, corazón del pueblo (Fig. 5).
Una comparación entre el estado de los lugares antes y después del sismo ha permitido reflexionar acerca del futuro del pueblo de Arquata del Tronto y acerca del ansiado proyecto de reconstrucción. El evento catastrófico ha destruido la cortina edilicia que lo delimitaba, la misma que cercando el asentamiento fijaba una imagen de ciudad fortificada, compacta y austera. La idea de espacio vacío encerrado por el lleno de la cortina edilicia, se ha sustituido por la idea de espacio vacío marcado por el terraplén, una plataforma colocada sobre la cima del espolón de arenisca que se recorta y destaca sobre el paisaje. Este nuevo alcance del espacio vacío, que no estaba considerado en la conformación original, queda de manifiesto en la imagen del pueblo reducido a ruinas, revelando hacia afuera la base de apoyo del asentamiento, aquella estructura sólida que no ha sido capaz, sin embargo, de garantizar la resistencia de aquello que se encontraba por encima. Deteniendo la atención en las huellas de los muros sobrevivientes, se evidencia que los edificios construidos sobre el perímetro del espacio vacío no se han servido del plano fundacional de la plaza para su anclaje, sino que cada uno de ellos ha establecido una relación autónoma con el suelo, y esto es confirmado por la posición de los accesos a los ambientes ubicados en cotas diferentes. La verificada autonomía estructural entre la construcción de los edificios y la construcción de la plaza ha determinado diferentes reacciones ante el evento sísmico: los primeros han implosionado incluso por vía de las cavidades internas, la segunda no ha sufrido fracturas, el plano de la plaza, fuertemente arraigado al suelo, ha resistido (Fig. 6).
La plataforma es una figura arquetípica, que a menudo es recurrente en la historia de la arquitectura. Ella expresa el sentido primordial de la fundación arquitectónica y urbana, la apropiación del sitio que de natural se transforma en artificial. En la construcción de la plataforma se reconoce una acción preliminar de nivelación del suelo en pendiente que conduce a la realización de un plano horizontal para las diversas prácticas del habitar (Coccia, 2005). Muros, rampas, escalinatas y aterrazamientos son intervenciones complementarias útiles para contener el terreno y para conectar las cotas altimétricas limítrofes. Todo esto puede verificarse en Arquata del Tronto donde el terremoto ha puesto en evidencia las obras de infraestructura, pero también las cavidades generadas por una acción de excavación, profundas y hondas cuevas, cisternas y cavernas extraídas del espolón de arenisca. “La arquitectura del suelo supera en importancia a la arquitectura de los edificios” (Venezia, 1990, p. 55): aquí como en otros lugares es precisamente la arquitectura del suelo que, habiendo resistido a la catástrofe, se ofrece como punto de partida para la ansiada reconstrucción del pueblo.
La persistencia de la inestabilidad y el proyecto del paisaje
Tiempos largos y tiempos breves, pequeñas variaciones graduales y repetidas o grandes y repentinos cambios describen la mutación de los lugares y determinan un paisaje en su hacerse y deshacerse, un paisaje en constante evolución. Las transformaciones involucran al hombre en su relación con la naturaleza, muy fuerte e incisiva en las áreas internas de Italia donde los asentamientos se inscriben en un extraordinario contexto ambiental. Aquí se reconocen claramente los signos antrópicos, se evidencian las obras de modificación que el hombre ha emprendido para satisfacer sus necesidades, se releva el cambio respecto a un estado inicial. Aquí se tiene también la posibilidad de comprender la alteración producida por la naturaleza misma, por la catástrofe asociada a las dinámicas geológicas, en continua evolución, que incumbe y de manera imprevista destruye las estructuras de los paisajes humanos. Los procesos provocados por el hombre y por la naturaleza se combinan entrando en una sumatoria de hechos y eventos, que restituye la vida del paisaje.
Entre construcción y destrucción, la historia de este pequeño núcleo urbano conlleva a una reflexión general sobre la relación entre espacio, tiempo y fuerzas de la naturaleza. Acerca de ese tema se ha interrogado a Eduardo Chillida que, a lo largo de su vida, mediante la práctica del arte, ha indagado la realidad como un juego de fuerzas y de tensiones, como algo que nunca está fijo y estático, como una indetenible quietud (Janés, 2008). Algunas obras de Chillida recuerdan la forma de claustro del pueblo de Arquata del Tronto que custodia en su interior el vacío de la plaza fusiforme. A partir de la expresividad gráfica de algunos de sus bocetos que remiten a la concavidad contenida entre los dedos de la palma de una mano, en los numerosos collages sobre papel, hasta las obras de escultura obtenidas sustrayendo materia a bloques de piedra o plegando perfiles metálicos, el artista vasco experimenta el vacío generado por las acciones aplicadas sobre diversos materiales. No es sólo la geometría de las formas la que establece un nexo entre las obras de Chillida y la implantación del pueblo de Arquata sino que sobre todo es la génesis constitutiva de las obras mismas y su continuo devenir. Comentando acerca de su trabajo Chillida declara: “¿No es lo único estable la persistencia de la inestabilidad?” (Chillida, 2005). Es por lo tanto la inestabilidad el dato de mayor persistencia de las cosas, y es justamente la inestabilidad del pueblo de Arquata, hoy reducido a huella topográfica, la que expresa la idea de persistencia (Fig 7).
A partir de estas reflexiones nos interrogamos acerca del futuro de Arquata del Tronto. La reconstrucción del pueblo es un proceso extremadamente complejo que influye sobre el patrimonio edilicio, o sobre todo aquello que permanece de él, e involucra a la vez al patrimonio humano. La reconstrucción del pueblo presupone, por lo tanto, la reconstrucción de una comunidad y para que eso se lleve a cabo se torna necesaria una visión política, económica y social que sea capaz de direccionar los procesos, que incentive la reapropiación de los lugares abandonados luego del terremoto en las áreas interiores de Italia.
Como releva Raffaele Milani, luego de un evento catastrófico, independientemente de que el daño haya sido determinado por agentes externos o por la humanidad, la palabra reconstrucción se pone en el centro del debate “la mente colectiva, entre las ruinas y el luto, se dispone de nuevo a trabajar para proporcionar una imagen de continuidad según un plano, un diseño, un proyecto” (Milani, 2017, p. 47). Volcando la mirada hacia los lugares destruidos por el terremoto, Milani reconduce la idea de reconstrucción a un renovado proyecto de paisaje y afirma: “el significado estético del paisaje perdido puede salir a la luz de intervenciones ligadas al “hacer ambiente” (Milani, 2017, p. 47).
En el caso de Arquata del Tronto, el concepto de “hacer ambiente” podrá traducirse en la elaboración de un diseño orgánico del hombre en el ambiente capaz de explicitar la realidad misma de ese particular contexto físico. El calco del pueblo impreso sobre el espolón de arenisca restituye la realidad del sitio y es precisamente el reconocimiento de las peculiaridades topográficas de este campo de ruinas la que guía la interpretación proyectual del sitio en sí mismo.
Evaluando las dificultades cotejadas en la reconstrucción integral del pueblo y apreciando los alcances ambientales del sitio, la experimentación proyectual origina cuestiones y despierta preguntas. ¿Y si Arquata del Tronto se transformara en un sitio arqueológico, testimonio de un pueblo medieval derribado por un evento catastrófico? ¿Y si el proyecto de arquitectura se tradujera en proyecto de paisaje con el objetivo de reforzar la idea de Arquata del Tronto como plataforma, exaltando el valor escenográfico, de dominio sobreelevado desde el cual ejercer la mirada sobre una porción de territorio? (Fig. 8).
La idea de plataforma remite a diferentes lugares de la antigüedad: los sitios de acrópolis de la antigua Grecia o los santuarios del Lazio de edad tardo-republicana como aquel de Sulmona o de Terracina, pero también las pirámides de los mayas en Méjico. “De ellos se irradia una gran fuerza”, escribe Jørn Utzon, “la sensación bajo los pies es la misma que se siente cuando te encuentras sobre una roca grande” (Utzon, 1962, p. 114).
Grandes arquitectos y artistas han asimilado y reelaborado en sus obras la idea de plataforma: Le Corbusier evoca los macizos cársicos de la India en la creación de la explanada de Chandigarh, Utzon encuentra inspiración en las pirámides mesoamericanas para el proyecto del plateaux del auditorio de Sidney, Michelucci reinterpreta las fallas del paisaje apache en el proyecto para el centro experimental en Foce de Pianza. Es una extraordinaria plataforma aquella expresada por Alberto Giacometti en Place (1949), y es incluso una plataforma La mesa de Giacometti (1988), homenaje del artista vasco Eduardo Chillida al maestro suizo. Todo esto alimenta la imaginación para un proyecto de paisaje sobre la plataforma de Arquata del Tronto, extraordinario emplazamiento para visitantes sensibles, atentos a la contemplación del lugar, pero también hito para activar el ejercicio de la memoria reevocando la historia de un pueblo borrado por el terremoto (Fig. 9). Interceptada por una antigua calle consular e inserta en la red de senderos europea, Arquata del Tronto podrá afirmarse como una nueva parada para un heritage tourism (Fig.10).
Conclusiones
Han pasado aproximadamente ocho años de los eventos sísmicos que han golpeado Italia Central y el pueblo de Arquata del Tronto, gravemente dañado, se muestra aún hoy como dramática ausencia, como presencia ausente de aquel conjunto de edificaciones que contribuía a su identificación. El reconocimiento del pueblo estaba expresado por la forma de claustro originada por la naturaleza del sitio, resultado de una construcción ocurrida a largo plazo, por integraciones y estratificaciones sucesivas, sobre una circunscripta porción de suelo. Aquello que permanece del pueblo es su sedimento, la huella de una obra arquitectónica, perfectamente amoldada a la geografía, con un alto riesgo de desaparecer por efecto de la progresiva reapropiación del sitio por parte de la naturaleza.
La reconstrucción integral del pueblo y de su comunidad se está demostrando difícil por las problemáticas que golpean a las áreas internas, pero también por los intrincados procedimientos técnicos y administrativos establecidos por instancias y decretos legislativos posterremoto. Preservar la imagen topográfica de Arquata del Tronto otorgando valor a las ruinas [9] constituye una acción imprescindible en la experimentación arquitectónica y paisajística. Transformar el sitio en accesible y transitable permite apreciar en vivo la copia del pueblo desaparecido, al cual se le reconoce un importante valor patrimonial en cuanto es testimonio de antiguos y recientes hechos que han signado la historia del lugar.
Renacer desde la ausencia, desde el vacío generado por el terremoto, y asumir esto como un nuevo estado original reconociéndole sus potencialidades: este es un posible camino a seguir en la puesta en valor, a través del proyecto, del patrimonio de un lugar o, mejor dicho, de aquello que queda de él a continuación de un terremoto. En Arquata del Tronto será necesario partir del espolón de arenisca y de las obras de infraestructura, de la idea de terraplén en la cual queda de manifiesto el origen del pueblo, único testimonio de una acción antrópica que ha conformado el lugar traduciendo la geografía en arquitectura. La reapropiación del calco del pueblo constituye un acto prioritario de un proyecto abierto: a corto plazo, plataforma desde la cual ejercer una mirada sobre el paisaje, posible parada del heritage tourism; a largo plazo, base de anclaje de un nuevo conjunto urbano, deseando la repoblación del pueblo. Recordando los eventos catastróficos de su tierra Arata Isozaki (1997, p. 36) escribe: “he pensado que volver al punto en el cual cada construcción es anulada, y tener presente esta referencia como nuevo momento de origen, tornase posible, desde el inicio, la planificación de futuras construcciones”.
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Notas
Notas de autor
luigi.coccia@unicam.it
sara.cipolletti@unicam.it
Información adicional
CÓMO CITAR: Coccia, L. y Cipolletti, S. (2024). Revelar el paisaje. Pueblos abandonados y perspectivas
turísticas. A&P Continuidad, 11(20), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v11i20.455
Enlace alternativo
https://www.ayp.fapyd.unr.edu.ar/index.php/ayp/article/view/455 (html)