Ensayos

Aguas y fronteras: encrucijadas de los territorios

Water and boundaries: territorial crossroads

Edith Kauffer (*)
CIESAS-Unidad Regional Sureste, México

A&P continuidad

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

ISSN: 2362-6097

ISSN-e: 2362-6089

Periodicidad: Semestral

vol. 7, núm. 12, 2020

aypcontinuidad01@gmail.com

Recepción: 17 Abril 2020

Aprobación: 09 Junio 2020



DOI: https://doi.org/10.35305/23626097v7i12.249

CÓMO CITAR: Kauffer, E. (2020). Aguas y fronteras: encrucijadas de los territorios. A&P Continuidad, 7(12), 98-105. https://doi.org/10.35305/23626097v7i12.249

Resumen: El ensayo invita a reflexionar en torno a las relaciones entre aguas y fronteras desde la perspectiva de los territorios concebidos como yuxtapuestos, en constante transformación e inscritos en tiempos y espacios particulares. Se fundamenta en la polisemia del concepto de fronteras y en un trabajo de campo de más de dos décadas en escenarios fronterizos del sur de México y de Centroamérica. A partir de una serie de ilustraciones de las relaciones, se evidencian las encrucijadas múltiples que surgen en la observación empírica, y cuando se plantea su análisis teórico en dos vertientes.

Palabras clave: fronteras, agua, territorio.

Abstract: The aim of this essay is to reflect on the relationships between water and frontiers from a perspective conceiving territories as juxtaposed realities that are constantly changing within specific time and space frameworks. This view is grounded on both the polysemy of the concept of frontier and the extensive fieldwork carried out throughout more than two decades in Southern Mexico and Central America’s borderlands. A set of pictures illustrating these relationships reveals multiple crossroads emerging from empirical observation along with a theoretical analysis based on two sources.

Keywords: frontiers, water, territory .

Introducción

En las líneas que siguen, quisiera invitar a colegas lectores de este número especial sobre “Agua, territorios y justicia espacial” a abrir una reflexión en torno a la relación entre aguas y fronteras desde la perspectiva territorial para plantear algunas ideas preliminares que emergen de mi experiencia sustentada en el trabajo de campo con aguas y con fronteras.

Para dar lugar a esta invitación, propongo comenzar con una problematización que permita, en primer lugar, precisar los conceptos básicos sugeridos –aguas y fronteras– y desarrollar, en segundo lugar, sus relaciones con los territorios. Quisiera también aclarar los significados del término encrucijadas que aparece de forma transversal a lo largo de mi reflexión y que está presente en el título de esta comunicación.

Así, propongo distinguir dos grandes vertientes de las posibles relaciones entre aguas y fronteras: planteo un primer escenario de estas relaciones –en plural porque son múltiples– que denominaré simple y posteriormente una perspectiva más compleja vinculada a las distintas articulaciones entre ambas nociones. Separo estas dos categorías a partir de la polisémica noción de frontera en sus relaciones con las características de las aguas que pude observar a lo largo de mi trabajo de campo, principalmente en México y Centroamérica. Finalmente, comento estas relaciones a la luz de una sugerente definición de territorio.

Primeras encrucijadas: aguas y fronteras políticas internacionales

Aguas y fronteras se relacionan en función de lo que entendemos por el concepto de frontera. En un escenario simple o primera vertiente, las fronteras remiten al límite político estatal —noción de border en inglés— que marca la separación entre dos entidades políticas, también conocidas como fronteras internacionales. Estas líneas pueden ser marcadas de forma física: tradicionalmente los monumentos fronterizos están establecidos con este fin, así como los puestos de control en distintos puntos, pero existen en la actualidad también muros, los cuales en ciertas circunstancias convierten las fronteras en áreas difíciles de cruzar para determinadas poblaciones en algunos de sus fragmentos. La figura 1 presenta un escenario de este tipo para la frontera entre México y Estados Unidos. En esta toma, solamente son visibles dos tipos de marcación, el monumento y la barda, pero lo que se encuentra invisible es la existencia de obstáculos adicionales en territorio estadunidense –mallas metálicas, alambres, torres de observación y vehículos de la Border Patrol– destinados a controlar los movimientos mediante el establecimiento de varios tipos de barreras.

Sin embargo, las fronteras políticas simplemente pueden tomar la forma de líneas imaginarias sin presentar obstáculos o marcadores concretos. Tal es así que en ciertas fronteras, puede ser imposible determinar con exactitud dónde se encuentra la línea de división. En la figura 2, podemos apreciar una porción de la frontera terrestre entre México y Guatemala donde apenas la línea fronteriza es detectable. Sin embargo, la población local ubica perfectamente el límite entre ambos países en la medida en que sus tierras colindan con el vecino del otro país.

Al poner una separación entre dos entidades políticas, las fronteras políticas internacionales también favorecen los intercambios porque establecen diferencias entre un aquí o este lado y un allí o el otro lado que pueden estar vinculados a muchos elementos: un marco legal que define normas diferenciadas entre las cuales las más notables oponen ciertas prohibiciones legales versus la legalidad de ciertas actividades y acciones, componentes económicos que marcan diferencias e incluso implican desigualdades, tales como el tipo de cambio, el nivel de vida, los sueldos y estimulan movimientos de personas y de mercancías. Asimismo, existen dimensiones sociales o culturales preexistentes y posteriores a la delimitación internacional que pueden reforzar la frontera política o debilitarla. Así, una frontera política no solamente divide y restringe sino que abre la posibilidad de establecer una serie de vínculos transfronterizos que aparecen cuando se formaliza esta división: comercio en todas sus dimensiones, flujos de personas y fauna cuando coinciden con selvas, bosques y áreas protegidas, como resulta muy común en las fronteras de México con Centroamérica y en el istmo centroamericano.

 La doble marcación visible: barreras en la frontera México-Estados Unidos.
Tijuana, mayo de 2018.
Figura 1
La doble marcación visible: barreras en la frontera México-Estados Unidos. Tijuana, mayo de 2018.
Fuente: Edith Kauffer.

La frontera casi invisible: México-Guatemala. San Francisco, junio de 2018.
Figura 2
La frontera casi invisible: México-Guatemala. San Francisco, junio de 2018.
Fuente: Edith Kauffer.

A ello cabe añadir, la fluidez de las aguas que no respetan las líneas de división establecidas por los seres humanos sin excluir las situaciones de continuidad lingüística, cultural y religiosa. Esta combinación entre los flujos de agua y las fronteras lleva a una serie de transfronteridades (Kauffer, 2017, p. 63) asociadas con las interacciones derivadas de la existencia de la frontera política y entre una gran variedad de fenómenos transfronterizos. Estos son particularmente notables en los escenarios de poca presencia estatal a lo largo de la línea de demarcación y cuando existen poblaciones de ambos lados de la línea de delimitación. Para ilustrar esta afirmación, les invito a mirar la figura 3, en la cual se puede divisar un puente construido por los pobladores de una localidad rural guatemalteca, con el propósito de asegurar las relaciones transfronterizas con el lado mexicano ubicado a algunas decenas de metros de él. El alejamiento de los centros urbanos y la falta de servicios e infraestructuras del lado de Guatemala constituyen realidades que contribuyen a favorecer las relaciones transfronterizas con México en la escala local. Como lo evidencia la fotografía, el paso de personas, animales de carga y de productos agrícolas destinados a la venta son cruciales para la supervivencia de la población rural de esta localidad. Su vida cotidiana depende de la presencia del puente que permite las relaciones con México cuya entrada no está sancionada por alguna autoridad.

El
puente del río Santo Domingo: camino a México. Puente de Bella Linda,Guatemala, marzo 2015.
Figura 3
El puente del río Santo Domingo: camino a México. Puente de Bella Linda, Guatemala, marzo 2015.
Fuente: Edith Kauffer

Las relaciones entre aguas y fronteras políticas presentan distintas modalidades: una de las más conocidas y también que tiende a provocar controversias es la correspondencia entre aguas y fronteras. Esta situación refiere a lo que llamaré las aguas-fronteras o fronteras fluviales, que aparecen cuando las aguas marcan la línea de división internacional, bajo la forma de un río o de una corriente menor, perenne o intermitente. Son conocidas también como ríos internacionales según el derecho internacional. Otra modalidad también muy documentada suele presentarse cuando las fronteras dividen las aguas que se caracterizan por una continuidad natural: es el caso de las cuencas transfronterizas (TWAP, 2016; Mc Cracken y Wolf, 2019; Kauffer, 2019) o cuerpos de agua –lagunas y lagos– compartidos entre dos o más países. En estas situaciones, la masa de agua o el espacio de drenaje de las corrientes están repartidos entre distintos Estados o, en otros términos, están partidos por las soberanías estatales.

La figura 4 presenta una triple situación de frontera terrestre y fluvial entre México –localidad de Tziscao– y Guatemala –El Quetzal– demarcada por monumentos, por la llamada brecha –línea deforestada de 10 metros– y por balizas flotantes en una laguna transfronteriza. A pesar de estos triples marcadores físicos, destaca la ausencia de las autoridades estatales in situ y por lo tanto, a pesar de la existencia y de la visibilidad de las tres demarcaciones de esta frontera internacional, el tránsito entre ambos países no está regulado formalmente. El movimiento de un país al otro es constante y el paso de los guatemaltecos por México obedece a condiciones históricas impuestas por el aislamiento de la localidad guatemalteca y favorecidas también por las relaciones culturales cercanas entre los habitantes de aquellos territorios fronterizos. Además, el poblado mexicano de Tziscao se caracteriza por su belleza escénica debido a la presencia de lagunas de diferentes tonalidades de azul y de un área protegida, que se beneficia de la relación transfronteriza de forma importante al ofrecer a los turistas la experiencia de cruzar la frontera algunos metros y tomarse fotografías en los límites, de ambos lados de la delimitación. Para la aldea guatemalteca, estos turistas son susceptibles de comprar artesanías que se comercializan en aquel lado. En este caso, la oportunidad de cruzar la frontera libremente y sin control se ha convertido en una actividad turística y además, cabe subrayarlo, también académica. Representa un ejemplo muy relevante de una frontera abierta donde se cruzan diversas masas de agua.

Laguna internacional en la triple demarcación. Frontera México-Guatemala,
2015.
Figura 4
Laguna internacional en la triple demarcación. Frontera México-Guatemala, 2015.
Fuente: Edith Kauffer.

Así, en un escenario simple de frontera política internacional y aguas, encontramos una gran diversidad de situaciones que podemos considerar como encrucijadas empíricas, y también analíticas, pero es importante señalar que en realidad, hacen referencias a otros elementos del tiempo, del espacio y de las interrelaciones que se yuxtaponen, se sobreponen o contraponen con esta visión simplificadora.

Encrucijadas complejas: aguas, fronteras múltiples y territorios

Para evocar una perspectiva mucho más compleja, tenemos que considerar el carácter polisémico del concepto de frontera en español, es decir, señalar que hace también referencia al frente de colonización –frontier– y a la noción más amplia de boundary en sus dimensiones sociales, culturales e incluso políticas pero en escalas subnacionales, por ejemplo en las subdivisiones dadas de un contexto estatal. Además, existen otras fronteras definidas por fenómenos de la naturaleza, en particular las cuencas y sus parteaguas, si partimos de una definición tradicional de áreas de drenaje delimitadas por los puntos más elevados de la topografía.

En consecuencia, un análisis complejo deberá tomar en cuenta, para un espacio seleccionado, la existencia de fronteras entrecruzadas, yuxtapuestas de tal forma que puedan expresar la amplitud de las relaciones entre aguas y fronteras. Así, un río o una masa de agua puede fijar los límites de una subdivisión política diferente de una frontera internacional, de un grupo cultural, de una frontera social además de una división internacional. Lo mismo sucede con un parteaguas. De igual forma, en un espacio dado, se entrecruzan y sobreponen fronteras administrativo-políticas distintas, límites de cuencas, divisiones culturales y espacios definidos según criterios de la naturaleza. En consecuencia, tal como lo evidencia el mapa de la figura 5, se trata de una perspectiva que puede llevar a una gran complejidad para el análisis, conforme vayamos ampliando la definición de fronteras a distintas realidades. El mapa pone en evidencia distintos límites, incluyendo a la frontera internacional, el parteaguas de la cuenca transfronteriza, los límites municipales de cada país, pero también la continuidad topográfica a través del modelo de elevación digital así como la dimensión transfronteriza de los recursos hídricos, no solamente al formar la frontera política sino al fluir de un país a otro.

Finalmente, fronteras y aguas, así como sus múltiples relaciones, configuran territorios en la medida en que contribuyen a delimitarlos, siendo el límite un elemento clave de la territorialidad. En este sentido, las fronteras y las aguas reflejan apropiaciones por grupos sociales e instituciones formalmente reconocidas –como los Estados– y ponen en evidencia relaciones de poder.

Cuenca
transfronteriza del río Suchiate.
Figura 5
Cuenca transfronteriza del río Suchiate.
Fuente: proyectos de la autora, año 2014.

¿Dónde
está la frontera? Confluencia de ríos (Lacantún y Usumacinta) y fronteras,enero de 2018.
Figura 6
¿Dónde está la frontera? Confluencia de ríos (Lacantún y Usumacinta) y fronteras, enero de 2018.
Fuente: Edith Kauffer.

La perspectiva que aquí me interesa referir subraya cómo los actores sociales individuales y colectivos actúan sobre los territorios a través de distintas formas. La noción de territorio que resulta sugerente es la

perspectiva geográfica, intrínsecamente integradora que concibe la territorialización como el proceso de dominio (político-económico) o de apropiación (simbólico-cultural) del espacio por los grupos humanos, en un complejo y variado ejercicio de poder(es)” (Haesbaert, 2011, p. 16).

Desde esta perspectiva, la territorialización hace referencia al proceso de hacer y construir territorio, entendido a partir de la definición propuesta por Haesbaert (2011) como una combinación de elementos, factores y actores interrelacionados en distintas escalas.

Siguiendo así a Haesbert, el proceso enuncia el control, la apropiación y el poder ejercido en los espacios a través de componentes materiales –por ejemplo, los marcadores de una frontera en el espacio o un cuerpo de agua que funge como tal, como vimos en las ilustraciones anteriores– pero también en lo simbólico –el canal más profundo o Thalweg que suele cambiar de lugar según los volúmenes de una corriente en un río internacional (Kauffer, 2019) o la frontera cultural de un grupo indígena que posee fuertes vínculos transfronterizos–. Aún con algunos marcadores como un río, el punto preciso de la delimitación puede ser aleatorio como la figura 6 lo recuerda, a pesar de la existencia de una definición legal de la ubicación de la frontera.

Fue precisamente mientras tomaba la fotografía de la figura 6 que tuve un diálogo con el conductor de la lancha cuyas explicaciones evidenciaron que las concepciones del territorio, la primera definida jurídicamente por el Estado mexicano y la segunda, sustentada en las experiencias locales, entraban en contradicción. En la visión local de un territorio compartido para actividades de navegación, los cambios de la naturaleza –aumento y disminución del nivel del río– se confunden con la frontera cultural marcada por categorizaciones subjetivas y estigmatizantes del otro, del extranjero y de su peligrosidad. Así, el criterio legal del Thalweg de separación de los territorios de México con Guatemala –referencia concreta, definida, establecida en un tratado internacional– se convierte en el escenario fluvial de campo en una aproximación donde el margen de interpretación del marco jurídico es amplio y se entrecruza con otras fronteras y sus representaciones subjetivas.

Estas clasificaciones también corresponden a relaciones de poder establecidas entre habitantes de tal forma que a veces predomina cierta legalidad cuando las autoridades están presentes; otras veces el poder de las armas, cuando se trata de contrabando; o bien la negociación entre pobladores. Ante mi insistencia aparentemente inocente para conocer con precisión la ubicación de la frontera fluvial, fue claro que tal punto era cambiante y obedecía a la profundidad del río, así como a las relaciones de vecindad y finalmente al poder respectivo de los distintos actores clave. El resultado de estas yuxtaposiciones de elementos que conforman una frontera presuntamente establecida de manera formal a partir de un tratado firmado entre dos Estados revela una suma de encrucijadas derivadas de las realidades desmultiplicadas de una frontera: la imposibilidad de demarcar precisamente la frontera en el río porque se trata de una realidad en constante cambio.

Así, desde un punto de vista político, una masa de agua –lago o río– puede convertirse en un espacio disputado entre dos Estados debido a su papel en el marcaje de la frontera, pero también por el acceso a recursos naturales y estratégicos. Asimismo, un río internacional, es decir que marca una frontera entre dos países, puede revelar también un escenario de disputa por la soberanía de las aguas, de tal forma que el límite se vuelve el punto de conflicto y de negociación debido a su multifuncionalidad: frontera política, límite de acceso a recursos naturales (pesca, sedimentos), posibilidades de navegación, acceso al agua para el consumo humano, irrigación.

La figura 7 también evidencia cómo la frontera fluvial se ha desplazado a raíz de la inundación del año 2005 en el río Suchiate que forma la frontera entre México y Guatemala. Anteriormente ubicada entre las dos hileras de árboles en el segundo plano, el cauce del río y su canal más profundo están más cercanos a la ribera mexicana después del desbordamiento y se aprecia en el primer plano la construcción de obras de contención. El margen de Guatemala corresponde a la hilera más alta de árboles. En este caso, observamos cómo el río influido por circunstancias climáticas contribuye a modificar la frontera y provoca pérdidas de tierras que inciden en conflictos entre distintos actores, en particular entre las poblaciones ubicadas en ambas riberas (Kauffer, 2019). Estos conflictos son acrecentados por otras fronteras que se sobreponen a la línea divisoria: cultural, socioeconómica y agraria. Las respuestas de cada uno de los Estados y de los actores locales en cada ribera son distintas y ponen en juego el control del territorio nacional, la localización de la demarcación internacional y están condicionadas por las relaciones de poder en distintas escalas: internacional, nacional y local.

¿Dónde
quedó la frontera? Encrucijadas en el río Suchiate.
Figura 7
¿Dónde quedó la frontera? Encrucijadas en el río Suchiate.
Fuente: Edith Kauffer, Miguel Alemán, marzo de 2007.

En consecuencia, desde una perspectiva compleja, una frontera, y sus diversas relaciones con las aguas y las otras fronteras existentes, genera diversas conflictividades en tanto puede dividir artificialmente a un grupo cultural, e incluso contravenir la propia fluidez del recurso, al menos que esté controlado por una obra hidráulica. Las relaciones múltiples entre aguas y fronteras contribuyen a la formación de territorios que constituyen encrucijadas concretas –entendidas como realidades yuxtapuestas– pero que además favorecen encrucijadas analíticas en la medida en que ponen en juego varias nociones combinadas. En suma, tienden a conformar los puntos de intersección, de fricción de una realidad limítrofe y sensible a las transformaciones: por ello, resultan sumamente relevantes para el análisis.

Conclusiones

La principal interrogación que emerge de esta breve indagación en torno a las relaciones entre aguas y fronteras desde la perspectiva de los territorios evidencia que ambas realidades constituyen componentes clave de la conformación de los territorios, en donde encrucijadas e intersticios forman la principal trama de estos espacios vividos, apropiados por los actores y también pensados desde la investigación. Aunque las fronteras políticas tienden a ser más firmes o jurídicamente definidas, en la medida en que fronteras y aguas obedecen a realidades cambiantes –desde el clima hasta las relaciones de poder– y son el producto de las interacciones entre actores existentes en distintas escalas, los territorios tampoco resultan fijos, sino que son “múltiples” e “intercalados” (Haesbaert, 2011, p. 283), es decir, profundamente anclados en sus tiempos y espacios particulares.

Agradecimientos

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) por el financiamiento de los proyectos 12993-CB2009 y PDCPN-2014-248954.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Haesbaert, R. (2011). El mito de la desterritorialización. Del ‘fin de los territorios’ a la multiterritorialidad. México DF, México: Editorial Siglo XXI.

Kauffer Michel, E. F. (2017). Between Political Rigidity (Towards Conflict) and Liquid Fluidity (Towards Peace): The Water Boundaries of Mexico with Guatemala and Belize. Revista de Paz y Conflictos, 10(1), 61-86.

Kauffer, E. (2019). Contrasting water securities: the Mexican state facing downstream stakeholders in the Suchiate transboundary river basin. International journal of water resources development, 35(1), 30-48.

McCracken, M.y Wolf, A. T. (2019). Updating the Register of International River Basins of the world. International Journal of Water Resources Development, 35(5), 732-782.

TWAP (The Transboundary Water Assessment Programm). (2016). Transboundary River basins: Status and Trends. Recuperado de: http://geftwap.org/water-systems/river-basins

Notas de autor

(*) Edith Kauffer. Doctora en Ciencias Políticas y Profesora-investigadora titular en el CIESAS (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social​)​. Es actualmente co-coordinadora del grupo de trabajo Management of Strategic Resources, Environment and Society del Comparative Research on Regional Integration and Social Cohesion Consortium (RISC). Es editora asociada de la revista Regions & Cohesion (Berghahn Journals). Sus ámbitos de investigación incluyen las cuencas y las aguas transfronterizas, las dimensiones políticas del agua y de los sedimentos, las fronteras, género y agua en escenarios de campo ubicados en el sur de México, Centroamérica.

ORCID: 0000-0003-4238-9782

kauffer69@hotmail.com

Información adicional

CÓMO CITAR: Kauffer, E. (2020). Aguas y fronteras: encrucijadas de los territorios. A&P Continuidad, 7(12), 98-105. https://doi.org/10.35305/23626097v7i12.249

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